domingo, 26 de junio de 2016

De diversiones mórbidas y otros placeres de la tristeza contenida

     Pasaba a duras penas por el pasillo eterno que suele medir metro y medio, me chocaba con una pared y después con la otra. Segundos atrás lloraba en los brazos de una amiga hermana de esas que no te dejan, y luego, en ese momento, estaba riendo a carcajadas, sin entender nada, sin pensar en los vacíos ahora llenos de humo, de ilusiones alucinógenas, de luces que se apagaban y se prendían, de dolores que se alejaban y un pasillo con olor a antro.
     Por la oscuridad de la madrugada, creía, no logré distinguir una bicicleta de Limbo. La saludé y escuchaba como se reían de mi error, nuestro vehículo de hacer las compras y pasear por las plazas no me movía la cola, y las risas se sentían mas lejos a la velocidad en que el Sol iba saliendo, tan rápido como aparecimos ahí, la tarde en que encontramos a la bolsa de pulgas en Grandisima, un parque pequeño por mas irónico que suene. Y me vi las manos agarrando a Limbo, tenía las uñas con brillitos violetas y unas zapatillas con mas flores que el jardín de mi abuela. Gire, y venía otra bicicleta, como la que hace unos segundos había saludado, y de ella bajaba una cara conocida que me miraba y me decía que no era un perro, no era un perro. Claro que no era un perro y con la misma precisión que lo iba notando esa cara de nena conocida me miraba con unos rasgos bastante mas adultos en medio de una alegría alterada.
    Llegamos, después de unos cuantos minutos al fondo de la casa que por supuesto no era muy grande como para tardar tanto pero las maravillas de las metamorfosis que sufrían las cosas cotidianas nos detenían, después de un espectáculo danzante de utensilios culinarios que nunca hubiese usado. Mientras Julia intentaba acomodar un colchón en el piso para dormir antes que se haga realmente de día la veía, y creía que me caía pero para mantener el equilibrio movía las manos, me sentía un alga pero mi mente estaba quieta, solo miraba como preparaban una cama, ahora mas alta, mas grande. Escuché un trueno y estaba mojada, tenia otra ropa y el pelo me llegaba a la cintura, goteaba. Sentí como respiraba ese chico que terminando de acomodar las almohadas se dio vuelta preguntándome si estaba lista. Tenía sus ojos y en ese reflejo hermoso me vi llorar, con una presión en el pecho, y lo que en ese momento eran dudas y miedos ahora era tristeza, pero me sentía perdida, imposible de haber vuelto. Dije alto que todo iba a terminar mal y dos brazos me agarraron para que no caiga, pero fue en vano. Caímos las dos como payasos de circo, inevitable no reírse y otra vez hacer humo para quemar pasados.
    Sin dormir todavía sentía dos elefantes en los ojos, mientas de costado miraba a mi al rededor hasta encontrarme con una sillita de madera rosa frente a una mesa de proporcionadas dimensiones. La silla de enfrente, la que no llegaba a ver parecía ocupada ya que podía escuchar una vocecita cantar. Levanté la cabeza para ver si Julia escuchaba esa canción que por algún motivo conocía, pero no estaba y en su lugar había una cuna con el nombre de su hermano menor. Sola y con esfuerzo me levante para ver de dónde venía esa voz. Podía verme, con dos colitas como un cocker inglés, esa cara redonda de nena boba, con un chupetín en la boca. Pude sentir que era de frutilla, lo sentía en mi boca, en su boca, la nuestra. Sentía ese sabor dulce y algo en la garganta. La mire bien, me mire bien, tenía los ojos mas cristalizados que una pileta de natación y en un parpadeo las lágrimas mas gordas que sentí caer por mi cara en toda mi vida. Nos miramos y lo sabía, él no vino a buscarla otra vez. Inmediatamente se secó la cara con los puños, que los sentí bastante suaves, era una linda lana y reconocía ese saco hecho por mi abuela para mi cumpleaños número seis. Me llamó la atención la rapidez con la que forzó una sonrisa enorme mirando a alguien que venía atrás mío. Me di vuelta y Julia me dijo que se había ido al baño, nos fuimos a las camas, la cuna, la mesa y yo ya no estabamos. Sin embargo, desde aquel "para toda la vida" inconcluso había dejado de estar.


Crisálida


Quiero saber cuánta mariposa hay revoloteando sobre mi soledad,
y escuchar las voces lejanas de un te quiero sin sentido,
sin peso,
ni caricias,
ni abrazos.
Quiero saber de lo tanto que importa estar muriendo fuera de todas las verdades,
y mirar como hay mas compañía para mi en tierras abonadas con vaya a saber cuántos huesos,
que en este vacío lleno de muertos vivos, encarcelados en una luminosa pantalla de colores,
donde se comunican,
pero se pierden,
porque hablan,
pero no sienten.
Quiero saber cuántas flores amarillas posarían sobre una caja con mi nombre,
y los por qué inútiles,
sacar lo divertido de las emociones hipócritas,
de las lágrimas livianas, de esas que no te queman la cara cuando caen,
y te anudan el pecho,
como si toda tu alma este tirando para abajo,
mientras el corazón quiere salir por la boca.
Quiero saber dónde llegaría volando sin parar,
ser mariposa para vivir un rato,
y no tener oportunidad para arruinarlo todo,
pero esta vida siendo oruga solitaria, tan llena de gente,
tan vacía de calma,
esta vida de oruga lenta, perdida,
soñadora...
esta vida que promete tanto,
quiere saber qué tan importante es aletear apretada,
en un clima pesado,
y no morir desangrada,
con las alas desvaídas, rasgadas.
 

Arriesgada

    ¿Cuántos riesgos estamos dispuestos a correr? Todos, los posibles, todo el tiempo. Nos enamoramos perdidamente o nos morimos de soledad, mentimos para salvarnos o salvamos la verdad y a nosotros mismos, explotamos o nos arrugamos, engordamos el olvido o adelgazamos los recuerdos, llenamos el vacío o batimos lo completo.
     Escribo mas en la mente que en un papel, me arriesgo a olvidar lo que pienso. Escribir en la mente, que absurda. Nos arriesgamos al ridículo, vivimos al limite porque es todo imaginario. Todo esta en la mente, lo mejor y lo peor, arriesgarse o temerlo pisan en las puntas contrarias del sube y baja que nos equilibra, y lentablemente, quiza no tanto, siempre tengo una muy al cielo y otra al subsuelo. Soy el títere de este infierno, la reina de correr el riesgo o dejarlo todo por miedo...pero que el juego nunca termine, mis pies se incineran en cuando tocan el suelo.

No me digas "amor"

Soy todo lo que sufrí,
como de Norte a Sur.
El pisado pasado te encontró,
como así tras los huesos cayó,
no me salves, no me digas "amor",
los barriletes remontan
pero tu hilo se cortó...
y yo si lo sufrí,
y no...no me digas "amor",
ese día morí, y hoy...no me digas "amor",
no es posible, hoy no.

Fui arrastrada por el asfalto frío,
no habia nadie, me dejaste un lío.
Lo vi, te revoloteaban mariposas en el corazón,
no te importaba, alma de tergopol,
yo si lo sentí,
mientras estabas cambiando mi voz,
poco lo creí, y hoy...no creo en vos,
es tan gris el amor,
es tan poco, amor.

Tenés los ojos mas lindos del cielo, y una sonrisa que me secuestró,
pero ahora liberada y un poco asustada
encuentro ese rapto como decepción.
Las estaciones no vienen siempre iguales,
esa primavera no salió tu flor,
y a este otoño triste y solo
no te permito llamarlo amor,
no es justo, ahora conmigo no.

Disolver lo tóxico

¿Es necesario estar a cada hora enchufadisimo? Escuche por ahí...¿es necesario contarlo todo? Cada paso, hacia atrás o adelante, tiene una critica, de esas que nos dan tanta rabia. ¿No es mejor dar el paso hacia un costado? Dejar que cada uno siga su camino y el que quiera chocarse con todo lo que hay que lo haga, y el que quiere juzgar tu vida que no pueda. No hay que dar el derecho, somos los únicos dueños de nuestras vidas, así debería serlo, y si hasta ahora no haces lo que querés con tu vida es solo por tu culpa. No estamos atados a ninguna persona, a ningún lugar, si no te moves...reconozcamos que es por comodidad, no hay ascensor al éxito, siga por la escalera.
Los prejuicios, las opiniones, lo que se cree que es (cuando no es, pero si otra cosa), la envidia, la mala onda, la falsedad, la hipocresía, la malas personas...hay que disolver, si todo esto existe es porque estas confiando demasiado, todos dejamos que esto exista, nadie le pone un freno a nadie, nadie lucha y el que lo hace es el rey de los hijos de puta...pero así y todo, que bien se debe vivir. Los que realmente se quedan en tu vida a pesar de los errores, los que te aconsejan, te apoyan (y no hace falta que sea en todo) son los que vale la pena conservar. Hay que ignorar, para tantos es una bala al orgullo, para todos es el fin del jueguito.
¿Y que si con mi futuro hago lo que me gusta? ¿Que pasa si me visto como me gusta? ¿Y si les digo que con mi cuerpo puedo hacer lo que quiero? Si de mi vida hago algo "malo", o lo que es lo mismo para los demás, hago lo que quiero o considero correcto o mejor para mi, ¿cuantos años en la cárcel les van a condenar al resto? Ninguno. Hay que aprender a diferenciarse uno del otro, somos distintos. Algunos podemos parecernos a otros pero la vida que llevamos no es la misma vida que otros llevan o les toco llevar. Quedarse en el lugar, en la zona de confort, no es sano...y aunque en el camino parezca que te estas perdiendo...hay que seguir, todo viaje tiene un destino, nada te retrasa. La solución es emprender vuelo, que los pasajeros que elijan abordar sean los que no te hacen estrellar. Para moverse hay que desaparecer del plano ajeno y hacer algo por el propio. Veremos así si todo llega realmente. Doy fe que si.